Creando hábitos
¿Sabías que más del 40% de lo que hacemos en nuestro día a día es habitual? Es decir, prácticamente, la mitad de nuestras vidas consiste en comportamientos automatizados que hacemos de manera repetitiva. Es por esto que, a pesar de ser pequeñas acciones, los hábitos causan un gran impacto en nuestras vidas.
Nuestro cerebro siempre está buscando la forma de ser eficiente y ahorrar esfuerzos, tomando atajos y saltando pasos neuronales, para que todo lo que hagamos a diario se convierta en rutinas inconscientes y así poder volvernos expertos en ellas. Además, cuando haces algo de rutina, el cerebro descansa y se relaja porque no tiene que estar tomando decisiones.
De hecho, el cerebro tiene un área llamada el cuerpo estriado, encargada de ordenar que los músculos se muevan antes de que lleguemos a pensar. Esto es bueno porque nos despreocupamos de comportamientos básicos como ducharnos o lavarnos los dientes. También es bueno porque por esta razón, quitamos el dedo del fuego rápidamente sin pensarlo, evitando quemarnos. Si todas nuestras acciones pasaran por un proceso meditado, nuestras acciones tomarían demasiado tiempo. No obstante, a pesar de que esto es útil para nosotros, cuando se trata de cambiar un hábito, esto se vuelve desfavorable.
"La mitad de nuestras vidas consiste en comportamientos automatizados"
Por el largo tiempo que dura un proceso meditado es que el cerebro necesita memorizar y automatizar procesos físicos y verbales. Por ejemplo, cómo manejas el carro, caminas, tomas tu café o escribes por WhatsApp, estas son algunas de muchas rutinas que hacemos con el piloto automático encendido.
Entonces, como el cerebro se desconecta, a menos que conscientemente estés racionalizando un tema, el hábito se sigue produciendo repetitivamente. Hay que luchar conscientemente con el hábito para lograr cambiarlo y esto requiere mucha energía. Pensar, razonar y sacar conclusiones son procesos ineficientes para el cerebro, al punto que cuando se piensa demasiado, a veces no nos podemos concentrar en otra cosa o nos sentimos mentalmente drenados.
"Hay que luchar conscientemente con el hábito para lograr cambiarlo".
Para poder cambiar hábitos, debemos saber los 3 pasos de como se forman:
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Se produce una señal de activación en el cerebro
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Se desarrolla el comportamiento, es decir, el hábito
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Ocurre una recompensa que ayuda a tu cerebro a recordar ese comportamiento para el futuro
Por ejemplo, se produjo una señal de sentir ansiedad. El hábito desarrollado es ir a la cocina a comer lo primero que nos llame la atención. Por último, la recompensa es sentirnos confortados con esa comida.
"Es importante identificar qué nos lleva a hacer, decir o sentir algo".
Ya tenemos identificado la señal de activación y la recompensa que buscamos, en lo que debemos intervenir para lograr el cambio es en la secuencia de acción. Al efecto, podemos reflexionar qué otros comportamientos nos pueden dar confort cuando sentimos ansiedad que puedan convertirse en buenos hábitos. Algunas opciones pueden ser escuchar una música que nos guste, llamar a ese amigo que siempre nos hace reír o escribir en un diario de gratitud.
Es un proceso difícil, no solamente porque la secuencia que queremos incorporar nos toma esfuerzo, sino también porque curiosamente, a veces ni siquiera recordamos el razonamiento que nos llevó a tomar la decisión que generó el hábito.
Por eso es importante identificar qué nos lleva a hacer, decir o sentir algo, reflexionar sobre los detonantes que nos llevan a las rutinas que quisiéramos cambiar y, si identificamos las señales correctas, es cuestión de reemplazarlas por otras. Y claro, repetirlo muchas veces, mientras más se repita, más eficiente e inconsciente se vuelve, por lo tanto, irá requiriendo menos esfuerzo mental hasta lograrlo de manera automática.
Stephen Covey, en su libro de los 7 Hábitos nos dice que “nos convertimos en lo que repetidamente hacemos”, así que reflexiona, ¿en que tipo de persona te quieres convertir tú?